La devoción en la no-dualidad




Pregunta: ¿Tiene algún lugar la devoción en esta enseñanza de la no-dualidad? 

Francis Lucille: Sí, pero la pregunta importante es: “¿Devoción a que?”.

Nosotros tenemos devoción a la realidad, a Dios, a la consciencia, no a un objeto, a un fragmento, a una imagen. La idolatría no nos interesa. 

La devoción, tal como es entendida habitualmente, se dirige a alguna especie de objeto, una imagen, una deidad con ciertas características, un maestro humano, un Dios personal o a las cualidades divinas de un Dios personal. Todos estos son objetos. No estoy sugiriendo que esta clase de devoción sea inútil. Es útil y eventualmente conduce al devoto hasta la verdad.

Sin embargo, la clase de devoción en la que se fundamenta la búsqueda de la verdad es muy pura. No está contaminada por imágenes, por objetividad. Es tan pura, que al principio no es reconocida como tal. Parece un interés profundo que es simultáneamente apasionado y desapasionado. Apasionado porque se dedica a ello una gran cantidad de energía y desapasionado porque no hay agitación.

En última instancia, todos los seres humanos buscan la misma verdad. Al principio la buscamos en los objetos groseros y después en los objetos sutiles, tales como experiencias espirituales. Gradualmente, y a medida que nos acercamos a la meta, entendemos que el objeto espiritual último, la verdad, la libertad, la felicidad, el amor, no es un objeto.


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