Viajeros espirituales



La Presencia está libre de esfuerzo.

El esfuerzo siempre tiene su origen en la creencia de que somos un fragmento, un fragmento que quiere convertirse en la totalidad, lo cual es imposible alcanzar: para la entidad que se esfuerza no hay un final a la vista.

Este esfuerzo es muy diferente de la actividad que ejercemos cuando tenemos interés, o por amor, o para celebrar. Esa acción que proviene de un interés puede ser exigente para el cuerpo o la mente, pero está acompañada de gozo y perfume. Cualquier cosa que hagamos en el camino espiritual debería hacerse sin esfuerzo. Nuestra meditación, nuestra investigación deben nacer de una invitación desde lo Absoluto, del interés y amor por la verdad. De esta manera nunca es mecánico, sino siempre nuevo, siempre diferente.

Si en cualquier momento sentimos que hemos caído en la trampa del “esforzarse”, que nuestra investigación se ha convertido en una práctica, automática y por lo tanto sin sentido, debemos darnos cuenta de ello claramente y detenerlo. La práctica siempre tiene su origen en la creencia en una entidad separada que quiere alcanzar algo, la felicidad personal.

Siempre hay un objetivo personal unido a la práctica de la que estoy hablando. Esta misma práctica dirigida a alcanzar la felicidad nos separa de la felicidad del acoger, del no esforzarse. La forma divina de vivir, la forma de vivir en la compañía de lo divino es una gran vacación. Es la verdadera jubilación. Olvídate de pensar que tienes que gastar tiempo y sudor para jubilarte espiritualmente en el futuro. Jubílate ahora.

No hay nada que hacer, nada se tiene que hacer en el futuro y sobretodo, no hay nada que podemos hacer porque como personas no podemos hacer nada. Nuestro hacer como persona solo es una ilusión, un simulacro de acción.

Cuando entendemos esto, todo cambia. Lo que hacemos para ganarnos la vida se convierte en algo creativo. No tenemos que cambiar nada, al menos no inmediatamente. Podemos dejar que las cosas cambien. Todo se alineará por sí mismo con esta nueva perspectiva. Al estar dispuestos a una nueva dirección, todo encajará. El cambio viene de dentro a afuera como una onda. El origen de la onda permanece desconocido por siempre en la cegadora luz de la consciencia.

Cuando medites en casa, no lo conviertas en una obligación. Espera hasta que lo quieras hacer, hasta que estás interesado. Hazlo parte de la vacación, parte de la jubilación. Espera la invitación y si pierde su perfume, para inmediatamente. De esta manera conservas la calidad del entusiasmo por la búsqueda y serás invitado otra vez.

Como ocurre con los niños, lo que importa aquí es tiempo de calidad. Date a ti mismo tiempo de calidad en tu meditación. Sé bueno contigo mismo. Mantén un gran respeto por ti mismo, porque tú eres realmente tu Ser y nuestro Ser.


Tenemos que entender que por muy lista que sea la mente, al final no puede entender la Presencia. Sólo la Presencia siente la Presencia. Habiéndonos reunido aquí tenemos esta oportunidad extraordinaria de tener la experiencia de la Presencia sintiendo la Presencia en cada uno de nosotros, como cada uno de nosotros, como todos nosotros. Lo que hagamos o dejemos de hacer mientras mantenemos la Presencia en nuestras mentes y en nuestros corazones, no importa. Siempre encontrará su camino a la perfección. La más lúcida de las mentes es una herramienta limitada, extremadamente limitada. Sin la inteligencia de la Presencia la mente es un cadáver sin vida. Al buscar la Presencia, al mantenerla en nuestras mentes y corazones, somos invitados por el perfume. Dejamos el cadáver del cuerpo y la mente y descubrimos nuestra libertad, nuestra eterna juventud en esta Fuente.

Entonces, al volver al cuerpo/mente, en todo momento hay un nuevo comienzo. De esta manera nos convertimos en viajeros sin esfuerzo entre la Fuente y el mundo. Este viaje no lleva tiempo. Es el más fácil.


Francis Lucille - Otawa, 2003
  
Traducido por Carmen Areitio

(Extraído del documento "Meditaciones Guiadas". Disponible en "Descargas").