Meditación: invisible pero presente



Dirigid vuestra atención al contenido de vuestra experiencia en este momento. Sin interpretación. Es eso la experiencia. Es de ahí de donde hay que partir.

Ved la evolución, el cambio de lo que es percibido, de lo que aparece.

Y haceros la pregunta: ¿cómo puede ser que me dé cuenta del cambio, de la evolución de las cosas?

Si solo hay aquello que es percibido, ¿cómo podría haber la experiencia del cambio, de aquello que es percibido? 

Todo aquello que es percibido evoluciona: las sensaciones corporales, los pensamientos, las percepciones sensoriales externas. Hay, entonces, algo que percibe el cambio; intentad verlo en la experiencia misma, en el momento mismo: aquello que percibe el cambio.

Hay ahí algo que no cambia con el cambio y que es el testigo del cambio: es lo que llamo yo, mi ser. Invisible pero presente; revelado por cada percepción. Presente durante la percepción, antes de la percepción, después de la percepción.

Lo llamamos yo o consciencia, pero eso es un nombre. Y, en general, damos nombres a los objetos. Objetos que son agregados y que poseen una cierta estabilidad. Y como tenemos este hábito de dar nombres a los objetos, entonces, cuando damos el nombre de consciencia o ser a ese testigo invisible es natural concebirlo como un objeto; lo cual no es. 

Si fuera un objeto porque posee un nombre es un objeto aparte, diferente de todos los otros objetos. 

Pero en nuestro lenguaje también nombramos actividades y utilizamos verbos en vez de nombres. Estos verbos se refieren a cosas cambiantes: bailar, cantar, hablar, etc., al movimiento.

Y ese testigo podríamos llamarlo también con la ayuda de un verbo, por ejemplo, percibir. Pero al utilizar un verbo sugeriría que es algo que se mueve cuando, por el contrario, es aquello en lo cual todo se mueve y él mismo no se mueve. 

No es algo en reposo como una mesa ni un movimiento como bailar. O, todavía más como lo afirma Jesús en el Evangelio de Tomás, es al mismo tiempo un movimiento y un reposo.

Permanece inasible porque es precisamente aquello que toma todo. 

Es el vacío que rodea todo y que olvidamos porque es invisible. En cambio, produce y sustenta todo aquello que es visible: el gran olvidado.

Es aquello de lo que nos acordamos en el amor.

Meditar es mirar lo invisible. Es decir, volverse de lo visible; volverse de lo visible que es visto a lo invisible que ve. Abrirse a la belleza. 

Aquello que es visto está separado y es limitado. Aquello que ve es uno e infinito y reúne todo aquello que está separado.

No somos ni un hombre ni una mujer ni un objeto, somos la presencia que nos une. 

Hay que escapar de la pesadez del cuerpo, de la pesadez del objeto. En otros términos, por escapar quiero decir: aceptar no ser un cuerpo, un objeto. 

A menudo vemos el cuerpo como siendo el vehículo o el soporte de la vida pero, de hecho, es la vida el soporte del cuerpo. La vida es eterna y está en todo lugar. Los cuerpos están localizados y son impermanentes. Emanan de la vida que es su sustancia.

La vida, aquello que vive, no muere. Aquello que vive no muere y aquello que no vive no puede nacer. Aquello que oye estas palabras está vivo. 

Es por eso por lo que Jesús dijo: “Dejad que los muertos entierren a los muertos”. Dijo: “Sigue al yo que vive”. No dijo: “Sígueme a mí, a Jesús el hombre”. 

Sigue al yo, el que tú eres, la vida que tú eres, la vida que no muere.

Así como hemos desacralizado la palabra Dios asociándola a una forma humana, de la misma manera hemos desacralizado la palabra vida asociándola a la biología. La biología no es la ciencia de la vida es la ciencia de aquello que está muerto: los objetos.

Disecamos cadáveres, miramos en el interior de las células, para encontrar la vida. Una búsqueda ridícula. 

La meditación, en el fondo, es muy simple: dejar que la vida viva su vida. 

Habiendo entendido lo que es la vida, habiendo sentido lo que es la vida, dejad que la vida viva.

(Meditación dirigida por Francis Lucille en Barcelona, enero 2014)

El gran descubrimiento




Encuentro con Francis Lucille. Barcelona, julio 2017.

“El gran descubrimiento es que no hay consciencia separada, por tanto lo que soy, esta consciencia ordinaria que está oyendo estas palabras ahora mismo es, de hecho, extraordinaria”.

Afinidades entre individuos




Interlocutor: Me pregunto qué hay detrás de eso que hace que surja una  atracción entre dos personas, ¿de dónde surge esto? ¿Entre la consciencia y el cuerpo/mente no hay una conexión más? 

Cuando pensaba estas cosas lo que me viene a la mente es la noción cristiana de alma, o de karma, que hay algo más y que de alguna forma es personal.

Francis Lucille: Cuando dos individuos se encuentran puede haber afinidades, que pueden ser instintivas, físicas, co-culturales y que en cierto sentido crean una base, una plataforma de entendimiento entre esos dos individuos. Por ejemplo, si comparten la misma cultura van a estar de acuerdo en las palabras que van a utilizar, están de acuerdo en sus ideas políticas, en sus ideas religiosas.

¿Qué es lo que ocurre cuando estamos de acuerdo con otro acerca de un punto? En el momento en que estamos de acuerdo la posibilidad de conflicto desaparece, y en esa desaparición tenemos momentáneamente la experiencia de la paz, la paz es la desaparición del conflicto. Y entonces es cuando decimos “me llevo bien con esa persona”. El problema es que creemos que porque nos entendemos bien con esa persona sobre determinados puntos vamos a estar de acuerdo en todos los otros puntos que todavía no hemos hablado. 

Ese acuerdo que había empezado a revelarse sobre cierto conjunto de puntos lo proyectamos generosamente sobre el espacio todavía vacío de nuestra relación. Y el problema es que cuando ese espacio todavía vacío empieza a llenarse, entonces surgen los conflictos y, de manera gradual, la relación empieza a deshilacharse. 

Así, en el fondo, una relación que se base únicamente sobre afinidades estaría limitada en el tiempo. Las relaciones que duran son aquellas que están fundadas sobre un entendimiento más profundo y que no sería un acuerdo sobre los objetos; las afinidades son acuerdos acerca de objetos. 

Las relaciones duraderas son las basadas sobre lo no objetivo, están basadas en la belleza, en el amor y en la inteligencia. Si dos seres aman el amor, aman la inteligencia y aman la belleza, hay entonces ahí una base de relación que no va a borrarse jamás. Incluso aunque a nivel objetivo en un tema específico pueda haber divergencias y conflictos aparentes, porque dos seres humanos son a la fuerza distintos, tendrán siempre la posibilidad de reencontrarse en este trasfondo de comprensión en el que la relación va a encontrar una nueva juventud. Es un principio nuevo, se pone el contador de nuevo a cero en esa relación sobre la compresión, el amor, la belleza y la inteligencia. 

Así que una relación basada únicamente en afinidades mentales, en general, no es duradera porque no tiene ese potencial para regenerarse. En cambio lo opuesto es también verdadero, es decir dos seres que comparten verdaderamente este amor por la verdad pero que aparentemente están en desacuerdo sobre todo, al principio puede que haya dificultades para relacionarse a causa de esas divergencias superficiales, así que va haber una especie de repulsión en la superficie; pero si llegan a estar verdaderamente cerca, en ese momento, la atracción profunda de la verdad va a revelarse.

(Pasaje extraído del Encuentro de Julio de 2012. Disponible en “Descargas”)

El Ser no puede olvidarse de sí mismo completamente (sub. español)




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Francis Lucille responde a dos cuestiones:

00:20  -  ¿Podrías clarificar el vínculo entre la consciencia y la felicidad?

09:24  -  ¿Por qué la realización del Ser conducirá a la felicidad y no a la indiferencia?


El cuerpo de dicha



Interlocutor: ¿Cómo puedo percibir de forma sensorial que no soy el cuerpo?

Francis Lucille: Todos nosotros experimentamos momentos de felicidad que vienen acompañados de expansión y relajación. Antes de la percepción del cuerpo nos encontrábamos en una experiencia intemporal, una alegría sin causa y no adulterada, de la cual la sensación física es simplemente la última consecuencia. Esta dicha se percibe a sí misma. En ese momento nosotros no éramos un cuerpo limitado en el espacio, no éramos una persona. Nos conocíamos a nosotros mismos en la inmediatez del momento. Todos conocemos esa felicidad sin causa. Cuando exploramos profundamente lo que llamamos nuestro cuerpo, descubrimos que su verdadera sustancia es esta alegría. De tal modo que ya no tenemos la necesidad, el gusto, o incluso la posibilidad de encontrar la felicidad en los objetos exteriores.

I: ¿Cómo se lleva a cabo esta exploración en profundidad?

FL: No rechaces las sensaciones corporales y las emociones que se te presenten. Déjalas florecer completamente en tu vigilancia, sin ningún objetivo ni interferencia de la voluntad. Progresivamente se libera la energía potencial aprisionada en forma de tensiones musculares, y también se agota el dinamismo de la estructura psicosomática teniendo lugar la vuelta a la estabilidad fundamental. Esta purificación de las sensaciones corporales es un gran arte. Requiere paciencia, determinación y coraje. Se traduce a nivel de la sensación en una expansión gradual del cuerpo en el espacio circundante y una penetración concomitante de la estructura somática por este espacio. Este espacio no se experimenta como una simple ausencia de objetos. Cuando la atención se libera de las percepciones que la tenían fascinada, se descubre a sí misma como este espacio autoluminoso que es la verdadera substancia del cuerpo. En este momento la dualidad entre el cuerpo y este espacio queda abolida. El cuerpo se expande hasta el tamaño del universo, conteniendo en sí todas las cosas tangibles e intangibles. Nada es exterior a él. Todos nosotros tenemos este cuerpo de dicha, este cuerpo despierto, este cuerpo de acogida universal. Todos estamos ya completos, sin que nos falte parte alguna. Explora tu reino y toma posesión de él conscientemente. No vivas por más tiempo en esta choza miserable que es este cuerpo limitado.

(Pasaje del libro "Eternity Now" recientemente traducido al español como “El Eterno Presente”). Disponible en Amazon.

¿Cómo sé que estoy preparado para ser un maestro? 2ª parte




(Hilo de preguntas-respuestas en torno al maestro). 

Pregunta (1): Cuando uno está establecido en la Consciencia impersonal, habiendo ido más allá de la distinción del maestro y el estudiante, pero al mismo tiempo reconociendo su importancia al nivel relativo, ¿qué le hace a uno capacitado/preparado para guiar a otros en el Camino Directo, ya que según entiendo, no se requiere para ello una transmisión formal?

Sin lugar a dudas (como te gusta decir): esta Consciencia está reconocida como la Verdad y la Belleza mismas, ‘mi’ verdadera naturaleza.

Esta realización espontánea se estabiliza más y más en la vida diaria.

Sin embargo, cuando la dualidad de estudiante/maestro y búsqueda/realización (o despliegue) se desvanecen gradualmente, tal vez lo primero que debo preguntar es ¿existe la posibilidad de ignorancia o autoengaño en este proceso? 

Entonces hay otra curiosidad más sobre ¿cuándo, de acuerdo a tu experiencia, puede uno genuinamente y sin autoengaño guiar a otros en el Camino Directo?

Has mencionado ya el hablar de la propia experiencia, y el ser totalmente honesto y serio. Creo que hay mucho que compartir sobre este tema, pero tal vez ¿puedes apuntar hacia otros aspectos importantes? A veces lo que los maestros dicen y hacen en relación a esto resulta confuso, y por lo tanto es por alguna razón que Dennis Waite escribió el libro “La iluminación, el Camino a través de la Jungla”.

Francis Lucille (1): No creas que eres el único que hace estas preguntas. Muchos preguntan lo mismo, y muchos más no lo hacen, porque quieren empezar a enseñar para satisfacer su ego, y tienen miedo de que mi respuesta expusiera su falta de preparación. Así que empiezan a enseñar y se juntan con la creciente multitud de maestros a medio cocer, que enseñan verdades a medio cocer. 

No puedes guiar a otros más allá de donde tú estás. Si no estás establecido en la paz y la felicidad, el guiar a otros será una distracción que impide un progreso adicional, a no ser que lo hagas bajo la protección y guía de un maestro karana. Yo hice esto por quince años en Francia y en California, conduciendo sesiones de meditación, y contestando preguntas, pero mis amigos eran siempre enviados a mi maestro para ser sus discípulos. Así es como aprendí a enseñar.

Muchos sabios no son maestros, y muchos más maestros no son sabios. ¿Qué quieres ser? ¿Un maestro o un sabio? ¿Cómo prefieres estar: contento, satisfecho, sin enseñar, o descontento y enseñando? Piensa sobre esto: porque el sabio, siendo dueño de sus deseos, no necesita enseñar para ganarse la vida. Por lo tanto, el enseñar, aunque pueda parecerlo, no es una profesión en la forma usual.

No esperes que el enseñar te haga feliz. Sé feliz primero, tanto si enseñas como si no. Entonces, si quieres, enseña a partir de esta felicidad.

Podrías preguntar, ¿cómo sé que estoy inquebrantablemente establecido en paz y felicidad? Bien, en caso de que el significado de estas palabras no esté suficientemente claro para ti, aquí hay algunas indicaciones:

Deberías haber dominado por lo menos los siguientes puntos:

1. Las relaciones con amigos, supervisores, jefes, clientes, padres, hijos y esposos (as) deberían ser armoniosas.

2. Debería haber abundancia financiera debido al descubrimiento de la ley universal del suministro infinito. Cualquier actividad profesional debería realizarse no por la necesidad de hacer dinero, sino por la alegría que engendra.

3. Hablando de forma más general, todos los deseos deberían materializarse debido a la ausencia de apego.

4. No debería haber miedo a la muerte.

Además de estos prerrequisitos absolutos, el enseñar requiere lo siguiente:

1. Una vocación: el amor, el entusiasmo, la pasión por enseñar (también un prerrequisito absoluto)

2. Habilidades de comunicación muy desarrolladas, al nivel intelectual y de sentimientos. (Las habilidades intelectuales sólo son necesarias para el camino del conocimiento).

3. Habilidades pedagógicas adquiridas (entre otras cosas) a través de muchos años de atender regularmente las sesiones de enseñanza de un karana guru.

Las habilidades 2 y 3 no son absolutamente obligatorias, ya que se pueden desarrollar “haciendo el trabajo”. La eficiencia de la enseñanza mejorará al mejorar estas habilidades.

Y por último, pero no menos importante, ya que sólo puedes enseñar lo que eres, sólo puedes enseñar basado en tu propia experiencia, no en rumores, ni en la memoria, y desde luego, siempre con absoluta honestidad.

¿Como sé que estoy preparado para ser un maestro? 1ª parte




Pregunta: Estimado Francis, he llegado a darme cuenta que volver la mirada al interior y llegar a conocerse uno mismo es la relación interpersonal. ¿Seria posible, y si es así, como haría uno para invitar/ inspirar a un mayor número a “mirar al interior”? A lo que me refiero es al conocimiento de uno mismo como camino a la liberación del obsoleto marco mental (avaricia, egoísmo, etc.) Si eso es cierto ¿sería posible que uno inspirase a sus compañeros humanos para compartir la misma visión de Unicidad e Inclusividad en al que todos los seres estén libres de rasgos tales como la avaricia?

Francis Lucille: Si uno esta libre de sufrimiento, esta libertad se comparte a sí misma espontáneamente sin que tengamos que pensar siquiera en compartirla. Pero en este caso, la pregunta sobre si compartirla o no, y cómo, no se plantea. Mientras haya un “compartidor” individual, la felicidad no se comparte a sí misma porque no hay felicidad que compartir. En ese sentido, todo ser iluminado es un maestro, que enseña sin enseñar, espontáneamente.

Los maestros formales son otra cuestión. Sentarse en un estrado en frente de una audiencia de buscadores requiere, además de estar libre de sufrimiento, ciertos talentos dados por Dios, habilidades adquiridas y el entusiasmo profundo de una vocación. Si falta una de esta patas, la enseñanza cojeará, y si falta la primera de estas patas, será falsa, incluso si las palabras parecen ser las correctas. Esa es la razón por la que solo un pequeño número de seres iluminados se convierte formalmente en un maestro y por la que, entre los maestros formales, solo una pequeña proporción está verdaderamente liberado de la muerte y el sufrimiento.

Dos de estos cuatro elementos son dones de nacimiento, el talento y la vocación. Los otros dos, la propia libertad y las habilidades para enseñar pueden ser adquiridas en satsang con el gurú. Si uno se sienta a los pies de nuestro gurú durante 10 o 20 años, asistiendo a todos sus encuentros, liberándose en el camino, lo más probable es que la habilidades para enseñar estén ahí, habiendo sido adquiridas gradualmente y sin esfuerzo durante estos años.

Un obstáculo muy común encontrado por los buscadores es un deseo de enseñar antes de estar realmente establecidos en la Presencia. Conciben el enseñar como una forma interesante de ganarse la vida o, peor aún, hacerse famosos, o conseguir la aprobación de los otros. Aquellos que son sinceros y honestos serán capaces de ayudar a los buscadores a alcanzar su nivel, pero al hacerlo se privarán de los beneficios del satsang con un gurú verdaderamente liberado y pospondrán para sí mismos el disfrute de los frutos de la liberación.

(Pasaje extraído del documento Preguntas-Respuestas disponible en “Descargas”).



¿Cómo meditar? (sub. español)






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Francis expone el punto de vista más alto sobre la meditación el cual es entender que nuestro estado natural es meditación.

Y después explica los otros puntos de vista. La meditación estructurada como una práctica en la que sí que hay una meta, un hacer, la cual debería llamarse mejor auto-indagación en el sentido de que estamos interesados en nuestra verdadera naturaleza, es una investigación activa.

Y el entendimiento de que la meditación es nuestro estado natural bien siendo conscientes de ello por lo tanto siempre estamos meditando, pero en la ignorancia aunque estamos meditando, estamos meditando sin ser conscientes de ello al creernos ser otra cosa que la consciencia: un ser humano, un hombre, una mujer.

Vídeo original: https://www.youtube.com/watch?v=OXY3LwgxvzI

El amor por el Ser



Solo el amor por el Ser abre la puerta de la meditación.

El amor por el Ser es la indiferencia con respecto a todo lo que no es el Ser.

Todos los pensamientos, todas las sensaciones, todas las percepciones son acogidas con esa indiferencia benevolente. 

Esta indiferencia benevolente no se puede simular, solo puede ser espontánea y natural. Y solo el amor por el Ser produce esa espontaneidad, ese desapego natural. En tanto no se haya roto la cuerda permanecemos atados.

El sentimiento de carencia que experimentamos y, que a menudo consideramos como algo de lo que hay que deshacerse y como la fuente de nuestra miseria, es de hecho el faro que nos muestra la verdadera dirección.

Se dice en las escrituras: “No me buscarías si no me hubieses ya encontrado”. 

El deseo por el Ser viene del Ser mismo, de la experiencia del Ser. Y el sentimiento de carencia es la carencia del Ser. No echaríamos en falta al Ser si no supiésemos ya lo que nos falta, si no conociésemos ya al Ser.

La meditación es un retorno natural al Ser. 

Está contenido en el deseo, en ese sentimiento de carencia, y que está dirigido a los objetos: pensamientos, sensaciones, percepciones a los que se apega. Basta con simplemente dejar ir todas esas cosas. Dejar al amor que es la llave de la liberación de todas esas cosas y posee la llave de ese dejar ser, dejar hacer, de ese abandono.

Cuando comprendemos que es el amor verdadero el que nos lleva hacia el Ser y que los objetos habituales de deseo no sabrían, no pueden aportarnos aquello que deseamos, entonces, no hay nada que se oponga a ese abandono. 

Las cosas van y vienen simplemente; y más allá se revela el perfume de la presencia.


(Meditación dirigida por Francis Lucille en Barcelona, julio 2010)

Solamente el Ser puede recordarse a sí mismo (sub. español)





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En este vídeo le plantean a Francis varias proposiciones que él va asintiendo o corrigiendo en torno a las indefinidas expresiones del Ser y la cuestión del despertar. El núcleo fundamental del tema, al que se remite Francis una y otra vez, es que: "Las expresiones del Ser no pueden recordar su verdadera naturaleza. Solo el Ser puede recordarse a él mismo, solo la verdad reconoce a la verdad, solo la consciencia reconoce a la consciencia".


Vídeo original del Canal de Francis: https://www.youtube.com/watch?v=pTZTzJb9y-U

La experiencia mística




En mi corazón y fuera de él, no hay nada más que Él.
En mi cuerpo, la vida, la vena y la sangre, todo es Él;
¿Cómo, entonces, sería posible la incredulidad o la fe?
Pues todo es Él, no hay duda alguna en mi ser.

Jalaluddin Rumi.

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Interlocutor: Cuando tenemos una visión mística, ¿eso se debe a la identidad personal que se apega?

Francis Lucille: La experiencia de Dios viene de Dios. Es una revelación en la cual Dios nos dice: “Existo, no te preocupes, existo”.

Pero en la ignorancia el místico dice: “Sí, pero yo también existo, y acabo de recibir la visita de Dios”. Pero, en este caso, la felicidad que acompañaba a la visita de Dios desaparece; porque “yo existo” en tanto que entidad separada, es el antídoto de la felicidad.

Entonces, el místico queda nostálgico y sufre, ora, llama y hace un montón de cosas para volver a recibir la visita de Dios. Entonces llega un momento en que Dios “está harto de escucharle llorar” y le envía un libro sobre la no-dualidad para que le deje en paz.

Pero es una revelación muy importante dado que porta la promesa de la felicidad. Pero todavía queda un residuo de arrogancia que consiste en presentarse ante la faz de Dios como una realidad independiente. 

Había un místico en Francia en los años setenta o un poco antes que se llamaba Lanza del Vasto. Hizo un viaje a la India y fue a visitar a Ramana Maharshi y, al salir de la entrevista con Ramana, dijo: “Yo, por lo menos, sé que no soy Dios”. Lo cual era su problema: la arrogancia de existir como una entidad separada.

Entonces, de la experiencia mística, con lo único que habría que quedarse es con la revelación de que Dios existe. Y desde ahí ir a la revelación “solo Dios existe”, “Dios es el único ser vivo”.

En las escrituras judeocristianas se dice: “Yo soy aquello que es”. Es decir que no hay otro. “Yo soy el Ser”, y no hay otro. Todos los demás son marionetas.

Entonces, todo lo que vemos, todo lo que oímos, solo es Dios en movimiento. Todo lo que vemos es el cuerpo de Dios y la consciencia en nosotros que percibe es la consciencia de Dios. Y lo que actúa a través de nosotros, tanto como lo que vemos siendo el “bien” como lo que vemos siendo el “mal”, es Dios.

Hay un bello poema que fue transformado en canción por Georges Brassens que se llama “Te saludo María”:

“Por el pequeño niño que muere al lado de su madre
te saludo María”

Y al final dice:

“Por el beso perdido a través del amor reencontrado
y por el mendigo que ha encontrado su moneda
 te saludo María”.

Significa que atribuye a María -siendo María el símbolo de lo divino- lo que vemos como “el mal”: el niño que muere al lado de su madre. Y lo que llamamos como “el bien”: el amor reencontrado, el mendigo que vuelve a encontrar el dinero que había perdido. 

(Pasaje extraído del Encuentro de Julio de 2016)

¿Cómo se vive de manera impersonal?




Interlocutor: ¿Cómo se vive de manera impersonal?

Francis Lucille: Vivir de manera impersonal consiste en pensar de manera impersonal, sentir de manera impersonal, percibir de manera impersonal y actuar de manera impersonal.

Pensar de manera impersonal es no dejarse llevar por el pensamiento que reposa sobre la creencia de creer ser un consciencia separada. Para que esto pueda hacerse de una manera natural y fácil es importante haberse convencido, después de una investigación profunda, que nuestra consciencia o realidad no sea limitada. Porque ello nos da libertad de pensarnos “fuera de la caja”, fuera de la caja de la cabeza y el cuerpo. 

Así que cada vez que pensamos “yo” pensar más bien como en algo desconocido que en algo conocido. Es decir que el yo, la consciencia, es a la vez conocido íntimamente puesto que es lo que somos, pero lo conocemos de alguna manera de forma visceral -de la misma manera que una mujer embarazada conoce a su hijo que tiene dentro-; pero lo que es falso es creer que este "yo" lo conocemos objetivamente, porque objetivamente solo podemos conocer objetos y la consciencia no es un objeto. 

Entonces, tenemos que tranquilizarnos porque conocemos a la consciencia de la mejor manera posible, visceralmente, y al mismo tiempo nos permite no conocernos desde el punto de vista de la mente, y poner un punto de interrogación frente al pronombre yo. 

Somos lo desconocido, lo somos y porque lo somos lo conocemos, y al mismo tiempo somos todo y nada. Hay una gran libertad y una gran alegría cuando tomamos esta posición. Esto es lo que significa pensarse de manera impersonal.

Sentir y percibir impersonalmente es justamente lo que intentamos realizar en el yoga que hacemos aquí, que es abolir este límite artificial que separa el cuerpo del mundo. 

Intelectualmente lo sabemos, el cuerpo forma parte del mundo y del universo, está hecho de las mismas partículas que danzan junto a las demás partículas del mundo exterior; a todos los niveles, a nivel físico, a nivel químico, a nivel biológico, y a nivel de la información que intercambiamos. No hay separación, lo sabemos; pero aunque lo sepamos intelectualmente no lo vivimos. 

Y no lo vivimos porque tenemos hábitos muy fuertes que hemos adquirido en la ignorancia -el desconocimiento de nuestra verdadera naturaleza-. Entonces dentro de esta ignorancia hemos adquirido hábitos de sentir y de percibir que son de separación. Por lo tanto, a este nivel, vivir de forma impersonal es abstenerse de sentir y de percibir en términos de separación.

Y a nivel de la acción y de interacción con los demás, seres humanos y animados, del mismo modo abstenerse de actuar e interactuar en términos de separación. 

Entonces, usar todo este nuevo comportamiento como un campo de experimentación. 

Pero sin ser exigentes, no vamos a poder ser impersonales el cien por cien del tiempo; pero si ya en una ocasión que se presenta que en el pasado hubiésemos actuado personalmente y lo hacemos impersonalmente con la mejor intención posible, ese cambio es enorme, es la apertura de la vía; nunca se olvidará. Y esta apertura va a generar aperturas múltiples más adelante. 

Así que no se trata de ser perfectos, se trata de tener buena voluntad en esta dirección, intentarlo. Y en particular, cada vez que nos sentimos un poco depresivos, que algo no va bien, intentarlo. 

 (Pasaje extraído del Encuentro de Julio de 2016).