Interlocutor: Una vez contestaste a una pregunta mía acerca de estar con un maestro. Dijiste que después de tu despertar a un sentido más profundo de tu ser, continuaste haciendo preguntas a tu maestro. En mi caso, ha habido una comprensión absoluta, que es innegable, y también un aquietamiento progresivo. La duración de este aquietamiento es diferente para diferentes personas - en el caso de Ramana se completó casi instantáneamente, y después de ocurrir, simplemente se sentó en el silencio. Lo que quiero es una confirmación de mi experiencia. Me parece que ya no hay donde buscar; la búsqueda de la que solía estar tan orgulloso ha terminado, y sin embargo hay momentos en los que hay una sensación de intranquilidad.
Francis Lucille: Después de un vislumbre de la verdad hay una profundización de la experiencia. Con el transcurso del tiempo, lo que se ha comprendido impregna todos los niveles del cuerpo y la mente.
Has mencionado que yo seguía haciendo preguntas a mi maestro y es verdad. Eso fue muy beneficioso para mí porque tras sólo dos años de preguntar, había agotado completamente mis preguntas. Por supuesto, nunca dejamos de aprender, nunca dejamos de recibir el don de la gracia.
I: ¿Traducirías este aprendizaje como una profundización creciente de la comprensión?
FL: Es un proceso en el que el cuerpo-mente, si vives en armonía interior, se alinea otra vez con la verdad. Las cosas exteriores también se vuelven armoniosas y en algún momento los problemas y el sufrimiento psicológico desaparecen. Pero la aventura y la belleza continúan. Cualquier sufrimiento residual o sentimiento de insuficiencia reflejan simplemente la persistencia de viejos hábitos.
Lo que cuenta no es una experiencia de despertar que hayamos podido tener, una experiencia que en su momento puede haber sido excitante, pero que termina borrándose y nos deja insatisfechos. Lo que cuenta es la satisfacción permanente en la que vivimos como resultado de haber reconocido lo que realmente somos.
Yo veía la relación con mi maestro no como una relación con alguien que me iba a dar algo que yo no tenía; sino como una relación con alguien que por una parte era dios manifestado, y por otra, un amigo entrañable que hacía el mismo camino y cuya experiencia era valiosa para mí. El tenía estas dos funciones. Debido a su apertura y a la forma como él percibía la gente y las cosas como divinas, era fácil para mí considerarle divino y al mismo tiempo un amigo entrañable.
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