La consciencia no dice no a nada




Interlocutor: A veces me ocurre como que me vienen pensamientos del pasado u otros que los dejo emerger sin resistencia. Me gustaría que hablaras un poco de esto, de si hay alguna diferencia entre esto, dejarlos ser…

Francis Lucille: La supresión puede decirse que es intentar que surjan los pensamientos o, bien una vez que han surgido, intentar eliminarlos.

En el acoger, en el darles la bienvenida, permitimos que el pensamiento surja. No intentamos hacer nada para prevenir que surja, y tampoco intentamos tomar medida alguna para evitar que su vida acabe antes de que le llegue su hora. Simplemente mantenemos el interés y cuando surge uno, dejamos que surja, y nos decimos: “ah, qué interesante”. No tenemos que creernos el pensamiento pero estamos interesados en mirarlo, en observarlo. Y, a medida que el pensamiento se despliega, nos interesamos en este despliegue, en ver cómo el pensamiento se expande por completo, exploramos todos los rincones y peculiaridades que tiene, e igualmente mantenemos el interés durante su muerte, su disolución. 

O sea que, de alguna manera, seguimos el pensamiento pero no lo creemos. No creemos en lo que dice, en lo que parece que está diciendo. 

Igual que cuando estamos viendo una obra de teatro estamos muy interesados desde el principio hasta el final, pero esto no implica que creamos profundamente que la gente que muere en una escena se muere realmente. 

Lo que permite este dar la bienvenida, este acoger, es el interés. El interés es simplemente otra palabra para decir amor. No se trata de matar, se trata de permitir, dejar ser. 

La razón por la que usamos esta forma de meditación, si queremos llamarla así, es porque eso es lo que nuestra consciencia es. Nuestra verdadera naturaleza es este acoger, este dar la bienvenida. 

La consciencia no dice no a nada, siempre está permitiendo. Permite que las percepciones afloren y se sigan una a la otra. No juzga, no intenta prolongar las cosas, ni suprimirlas. Así que meditando de esta forma, dando la bienvenida, acogiendo, no situamos de una forma experimental como la consciencia. Nos situamos como la consciencia y nada más. No como un hombre o una mujer, un cuerpo, un hijo, un padre, un jefe, un empleado… 

(Pasaje del Encuentro de 2008. Disponible en “Descargas”).