- Meditación guiada -
Francis Lucille: No te separes de tu experiencia.
Acógela en su totalidad: las sensaciones de tu cuerpo, el sonido de mi voz y los pájaros, tus pensamientos. Todo ello está a una distancia cero de ti. Todo está en ti.
Aunque creas que hay alguien separado de todo ello que se sitúa como el observador o el que percibe, este mismo pensamiento es algo más que aparece de lo que tampoco estás separado.
Reconoce como un hecho la inmediatez de todo lo que aparece. La separación viene después del hecho como una interpretación del mismo. La separación solo puede existir entre dos objetos percibidos, por ejemplo, una mesa y una silla. Pero, ¿cómo podemos hablar de separación entre algo que percibimos y algo que no percibimos? ¿Entre algo que es percibido y lo que percibe? Para ver, para establecer dicha separación, deberíamos poder percibir al que percibe, para verlo separado de lo percibido. Y eso es imposible.
Pregúntate a ti mismo: “en mi experiencia, ¿estoy separado de lo que percibo?” Tu experiencia es el único punto de referencia para decidir la respuesta a esta pregunta. No estamos hablando de filosofía sino de percepción, de cómo percibimos el cuerpo y el mundo, nuestra propia vida. Puede parecer teórico pero no lo es. Es totalmente práctico.
Ser práctico exige que eliminemos todo lo que no tenga un propósito, un sentido, y que constituya un derroche de energía. Cualquier actividad, pensamiento o sentimiento basados en la ilusión de la separación son cargas innecesarias de este tipo. Y eso es especialmente verdad en el caso de la forma en la que percibimos el cuerpo y el mundo.
Podemos percibir el cuerpo y el mundo libres de ninguna interferencia psicológica, libres de la superposición de un “mí”, de miedo y deseo, de lo que nos gusta y lo que nos disgusta. Limítate a los hechos, los hechos del mundo, del cuerpo, de la mente, tal como surgen.
Observa también la tendencia de fijar la atención en alguna forma de pensamiento circular o en alguna clase de sensación corporal, una localización corporal. La mente siempre quiere tener algo, algún objeto para rumiar. Hay que ver completamente la agitación de la mente.
A menudo lo que provoca esta actividad es una sensación de carencia, una compulsión. Tenemos que acogerla completamente al nivel de los sentimientos. La manera de acogerla es dándole el espacio y el tiempo que necesita para descargar su contenido psicológico. Podemos recibir esas fijaciones en el cuerpo con indiferencia total. Lo que de ninguna manera queremos hacer es tratar de eliminarlos, manipularlos, interferir con ellos.
La paz de tu verdadero ser no se revela eliminando los objetos, sino pasándolos por alto al acogerlos desapasionadamente. El objeto que es contemplado con esta indiferencia, libera la consciencia, la hace asequible a sí misma.
Lo que es percibido es parte de la mente y no lo compartimos con otros. Lo que compartimos no es percibido. Es el perfume.
Es el perfume del que ve conociéndose a sí mismo, del ver conociendo el ver, del ver viendo el ver. Cuando nos encontramos entre amantes de la verdad y viendo el ver viendo -en otras palabras, el ver que se ve a sí mismo- tiene lugar, todos nos sentimos atraídos hacia dentro por este ver en el que no hay nada que ver.
Es muy misterioso cómo este silencio se propaga. Viene de dentro.
Francis Lucille - Tampa, 2002
Traducido por Carmen Areitio
(Extraído del documento "Meditaciones Guiadas". Disponible en "Descargas").