Apego al cuerpo y responsabilidad




I: En la libertad, ¿hay algún tipo de apego al cuerpo, el que uno experimenta por la mañana cuando se despierta?

FL: Hay responsabilidades particulares ligadas a las circunstancias, y hay responsabilidades particulares en lo que respecta a aquello que la vida nos ha puesto bajo nuestra protección, nuestro cuidado; por ejemplo nuestros niños, nuestros padres en la vejez, nuestros amigos. De la misma manera tenemos responsabilidades directas en lo que respecta a nuestro cuerpo. 

Podemos ejercer esas responsabilidades con nuestros niños o con nuestros padres sin apegarnos a ellos, lo mismo ocurre en el caso del cuerpo. 

Aquellos de entre nosotros que se encontraron en circunstancias en las que la muerte era inminente y, esto ocurre en la vida, sabiendo que un minuto más tarde podríamos estar muertos. Por ejemplo: te has atragantado, te estás asfixiando y no puedes hacer nada. Si no hay alguien en las cercanías que pueda hacerte la maniobra de Heimlich lo tienes mal y lo sabes; todavía estás consciente, te das cuenta.

Por lo que respecta al apego al cuerpo hay aceptación; en la inminencia de la muerte hay  aceptación, y nos decimos: “bueno pues es esto, es así, hasta aquí lo he hecho lo mejor que he podido, pero ahora, ¿qué puedo hacer?” 

En otras palabras, el apego al cuerpo se da cuando la muerte nos aparece como algo a largo término, en un infinito futuro. Es distinto cuando se da la inminencia de la posibilidad de la muerte; es muy curioso. Puede pasar en un accidente, vemos que el accidente es inevitable y hay ese soltar natural, ese abandono, aunque en el último momento se evita.

I: Me gustaría ir un poco más allá. ¿Es el caso de que haya ecuanimidad en la libertad?

FL: Creo que es una falsa pregunta, es una pregunta que ni siquiera se plantea, ¿por qué hacerse esa pregunta? 

Es una pregunta que solo se da en el caso de la ignorancia porque la pregunta presupone que tenemos elección de que eso le ocurra a mi vecino o a otra persona. En presencia de los hechos -ha ocurrido al cuerpo de mi vecino y no a este cuerpo- la cuestión de que estoy contento de que no haya ocurrido a este cuerpo, ni siquiera se plantea. Esta cuestión sólo surgirá si me identifico a este cuerpo. En la ecuanimidad, o sea en la falta de identificación, la cuestión ni siquiera se plantea. 

En cambio, volviendo al tema de la responsabilidad, las responsabilidades no son las mismas. Por ejemplo, la responsabilidad que tienes con respecto a la casa de tu vecino no es la misma que la que tienes con respecto a tu casa. No eres el responsable de suscribir un seguro contra incendio de la casa de tu vecino; así que si la casa arde y no está asegurada no es culpa tuya.

Por tanto las responsabilidades son diferentes y son específicas a cada acontecimiento, a cada relación, si no sería extremadamente difícil. Si tuviéramos que ser responsables de todas las personas ancianas del universo de la misma manera que somos responsables de nuestros padres… eso sería mucho trabajo.

(Extraído del Encuentro de Enero del 2014. Disponible en “Descargas”)