La verdad no es una democracia




Interlocutor: Si nuestra verdadera naturaleza es la consciencia, ¿por qué sucede que la mayor parte de la humanidad está identificada con la mente y sus creaciones?

Francis Lucille: Esta pregunta presupone que la verdad es una democracia y ahí hay una falacia: la verdad no es una democracia.

Cuando Einstein en 1905 publicó su estudio sobre la relatividad restringida él era el único contra cuatro mil millones de individuos que vivían entonces en el planeta. Así que si la verdad fuese una democracia hubiera significado que la teoría de la relatividad era falsa; de hecho, era más verdadera que la teoría de la mecánica de Newton. Éste sería el argumento de la manada: si el rebaño va hacia allá es que no puede equivocarse.

I: ¿Quiere eso decir que la humanidad es muy inmadura?

FL: ¿Qué piensa usted? Si uno echa un vistazo al mundo que nos rodea…

I: ¿Y por qué es así? ¿Hay alguna razón universal, cósmica?

FL: La pregunta es interesante porque… es lo mismo que alguien que se hallara en un sueño y que se hiciera la pregunta: “¿Cuál es la meta de los acontecimientos que están pasando en el sueño?” Y qué respuesta dar a esta pregunta…

Se puede intentar responder desde dos puntos de vista distintos. Digamos que en este sueño hay una carrera y estamos identificados con un corredor en esa maratón: ¿cuál es el propósito, el objetivo en el sueño? Ganar la carrera, el objetivo en el sueño es ganar la carrera. 

Segunda pregunta: ¿cuál es la meta del sueño? Para hacer esta pregunta hay que estar despierto. En el sueño solo podemos preguntarnos “¿cuál es la meta en el sueño?” Ganar la carrera, puesto que cuando soñamos no sabemos que soñamos. 

Cuando nos preguntamos: ¿cuál es la meta del sueño? Al hacer la pregunta uno la hace desde el exterior del sueño. Esta pregunta no tiene nada que ver con la naturaleza de los acontecimientos que se desarrollan en el sueño o en relación a todo juicio ético o estético con respecto a estos acontecimientos.

Por ejemplo, a la mente del exterior del sueño no le vendría el juzgar los actos que se han llevado a cabo en el sueño, y uno no diría: “No estuvo bien lo que sucedió en el sueño. No es muy correcto. Hacer el amor con su hermana, eso no estuvo bien”. Fue en el sueño y no se lleva a la gente a  prisión por lo que sucede en los sueños.

Mientras que cuando uno se hace la pregunta: ¿por qué todo esto? ¿Con qué objetivo? En este caso hay un juicio implícito de lo que ocurre en el sueño y es importante en el sueño. En el sueño es importante  ganar la maratón.

El punto sobre el que estoy intentando insistir es que es importante no confundir los dos puntos de vista porque son muy diferentes. En el sueño ganamos la carrera, y uno no se cuestiona que está mal acostarse con su hermana. 


He escogido este ejemplo a propósito porque soy hijo único (en tono de broma). No sé si he sido muy claro pero es una dirección a explorar.

I: Y si yo traspongo la metáfora de sueño y despierto con respecto al sueño, todo lo que nos aparece como crueldades: la primera y segunda guerra mundial y todas las crueldades que están sucediendo ahora; en el momento de la realización entonces no aparecería, no serían enjuiciadas como crueldades.

FL: Podemos tomar los dos puntos de vista. Podemos tomar el punto de vista del sueño, en el sueño, o podemos tomar el punto de vista de fuera del sueño; sabiendo que el punto de vista real es el punto de vista del exterior del sueño. 


Pero hay más. Cuando tomamos el punto de vista de en el sueño por supuesto hay acontecimientos que son actos de Dios como terremotos, grandes catástrofes, en los cuales la mano del hombre no es el agente; volveré aquí en un instante.

También hay acontecimientos, a los que tú aludías, que son el resultado de acciones humanas, resultado de una acción humana perversa. Si miramos más de cerca cuál es el origen de esta perversión de la acción humana veremos que siempre es, sin ninguna excepción, la creencia que somos una entidad separada, es decir, la creencia que el sueño es real.


Vuelvo a las acciones de Dios, las catástrofes, las epidemias, en las que el ser humano no es el agente. De hecho se resumen en una sola pregunta: ¿por qué existe la muerte del hombre? Esta pregunta se plantea únicamente si la muerte es vista como una desaparición absoluta, si la muerte es contemplada desde la ignorancia de nuestra naturaleza real que es la de la consciencia universal.

Desde el punto de vista exterior al sueño, el sueño no es diferente de una novela o de una película que vamos a ver. Y si nos preguntamos: ¿por qué? La respuesta que yo daría es: si nosotros mismos obtenemos placer yendo al teatro, viendo una película o leyendo un thriller, ¿por qué, entonces, rechazarle a Dios este placer? Sería egoísta… 

De hecho, es lo contrario, es porque tenemos ese fondo divino en nosotros que de una cierta manera nos gusta ir al cine, al teatro, leer novelas… Porque nos situamos, haciendo esto, en la posición del testigo divino al que no conciernen los acontecimientos contemplados. Así que somos nosotros los que al ir al cine, o leer una novela, imitamos a Dios.

(Pasaje extraído del Encuentro de Agosto de 2013. Disponible en “Descargas”).